viernes, 24 de junio de 2016


LEY DE LA MANADA


En la selva del Seeonee vivían todos los animales desde el principio entorno al rio Waingunga, cerca de la Peña de la Paz, donde vivía Tha, el creador de la selva, Tha era la ley en la selva, siempre que había algún problema el lo resolvia con su justicia sabia.Tha tubo que irse lejos de la Peña por un tiempo y nombro como responsable al primer tigre.
Una noche hubo una pelea entre dos Gamos y estos acudieron al tigre para que les diera una solución, estando discutiendo los tigres uno empujó sin querer al tigre. Enfadado, el tigre saltó sobre el gamo y lo mató.
Era la primera vez que alguien moría en la selva, el tigre, lleno de vergüenza, se fue lejos. Tha volvió y vió al gamo muerto, preguntó quien lo había hecho pero nadie le dijo nada, entonces Tha ordenó que las ramas le hicieran rayas al que lo había hecho.
Tha nombró al mono su nuevo sustituto. El mono combirtió la selva en una locura. Cuando Tha volvió lo encontró todo desecho y reuniendo a todos los animales les dijo así
Es hora de que tengas una ley. Y así fué como la ley llegó a la selva.
La manada también tiene su ley que es igual que la ley de la selva pero con mas normas para los lobos y los lobatos:
1.- Escucha y respeta a los demás.
2.- Dice la verdad.
3.- Es alegre y amigable.
4.- Comparte con su familia.
5.- Ayuda a los demás.
6.- Cuida la naturalezan.
7.- Desea aprender.


domingo, 5 de junio de 2016


Los Hermanos de Mowgli


En una aldea de África, muy cercana a la selva, cada familia se dedicaba a la producción de algún tipo de servicios, unos criaban ovejas para luego hacer tejidos, otros se dedicaban a la agricultura, otros a la crianza de ganado para producir carne, etc.
Un día, la familia que se dedicaba a recoger la leña para toda la aldea se internó demasiado en la selva de manera que cuando cayó la noche no les quedó más remedio que quedarse a dormir ahí. Encendieron una fogata y cocinaron y se sentaron alrededor de ella a pasar un rato agradable, pero no se habían dado cuenta de que había alguien que los estaba observando: Era Shere-Khan, el tigre cojo, quien se acercaba más y más pues había sentido el olor del humo y sabía que cuando olía así era porque podía cazar presas fáciles, es decir, a los hombres de la aldea.
Pues se acercó Shere-Khan a donde se encontraban los leñadores y cuando estuvo lo suficientemente cerca para atacarles, hubo algo que lo deslumbró por completo: La Flor Roja que se encontraba en el centro del círculo. Shere-Khan pensó: “el hombre es el animal más poderoso del mundo porque es el dueño de la flor roja... Si yo me apoderara de ella yo sería el animal más poderoso...” Entonces se tiró con un zarpazo tratando de apoderarse de la flor roja, pero como era de esperarse, se quemó las patas, incluso aquella que de nacimiento tenía más corta que las otras tres.
Al ver a tremendo tigre delante de ellos, los leñadores salieron corriendo tratando de salvarse, pero olvidando a Nathú, su pequeño bebé de sólo unos meses. El tigre con las patas quemadas y llorando del dolor, salió huyendo también hacia la selva, sin darse cuenta de que el pequeño estaba ahí.
El niño tampoco se dio cuenta de nada, y mientras jugaba, sin querer le dio vuelta a la canastilla en la que se encontraba, cayendo sobre manos y rodillas. Empezó a gatear y se fue internando más y más en la selva, de manera que cuando el tigre reaccionó y regresó por él al lugar donde estaba la flor roja, ya no lo encontró. Cuando el tigre se marchaba desilusionado por no haber encontrado al niño, los aldeanos también regresaban a ver si todavía lo encontraban, pero lo único que vieron fue al tigre marchándose, por lo que pensaron que se lo había comido. Maldijeron al tigre, a la selva y a todo cuanto se les ocurrió, pero no consiguieron nada, teniendo que regresar esa misma noche a la aldea.
El niño por su parte había logrado llegar a una cueva en donde una loba acababa de parir a cuatro lindos cachorritos. Cuando el pequeño Nathú entró, la mamá loba, que se llamaba Raksha, que significa ‘el demonio’ porque es capaz de defender a sus cachorros como si fuera el mismo diablo, se puso arisca y en posición de ataque, pero papá lobo la detuvo y le dijo que esperara a ver qué hacía el pequeño cachorro de hombre. Desde que llegó se acercó a los cachorros de lobo recién nacidos y se puso a jugar con ellos. Si ellos le empujaban él también los empujaba, si ellos lo mordían, también él los mordía, etc. Mamá loba pudo descansar al ver la manera en que jugaban sus hijos con su nuevo juguete, y que el cachorro de hombre no representaba en realidad ningún peligro para sus cachorros.
Sin embargo, llegó la hora de comer y Raksha llamó a sus hijos, los que corrieron presurosos pues tenían hambre, dejando solo a Nathú. Pero éste también tenía hambre, y al sentir el olor de la leche lo siguió instintivamente, hasta llegar a donde estaba ella dando de mamar a sus hijos. Sin pensarlo dos veces, Nathú quitó de un jalón a uno de los cachorritos y empezó a mamar como lo hacían los otros tres. Esto conmovió a Raksha, quien en lugar de enojarse por lo sucedido comenzó a pensar en adoptar al pequeño. Mientras lo comentaba con papá lobo, en los alrededores de la cueva se escucharon unos rugidos: era Shere-Khan, quien se había enterado por medio de Tabaqui, el lameplatos, que el bebé se encontraba en la cueva.
Shere-Khan rugía y rugía reclamando sus derechos sobre el cachorro de hombre, que según él le pertenecía; lo quería para comérselo, pues según decía, no había comido hombres desde hacía mucho tiempo. Papá lobo le dijo que en su cueva no había nada que le perteneciera a ningún tigre cojo, y después de alegar por un largo rato, papá lobo le dijo a Shere-Khan que si quería comprobarlo que entrara a la cueva para buscarlo. Así lo intentó hacer el tigre, pero las cuevas de los lobos tienen la característica de que ningún animal que sea más grande que un lobo, que les pudiera hacer daño, puede entrar, porque el espacio es muy reducido.
Entonces el tigre cojo salió corriendo para tomar impulso y entrar ferozmente en la cueva, pero sólo logró meter la cabeza, que se le quedó trabada. Shere-Khan rugía ahora de dolor y rabia, por no poder sacar su cabeza, y además seguía reclamando los derechos sobre el pequeño Nathú, al que había visto adentro de la cueva. Papá lobo ayudó a Shere-Khan a sacar su cabeza de la cueva pateándole la cara con ambas patas traseras, y éste se retiró muy adolorido y encolerizado, gritando a los cuatro vientos que se vengaría de papá lobo y su familia, y que ese cachorro de hombre tarde o temprano iría a parar a sus dientes.
...¡¡¡Continuará!!!